LOS REPOSTEROS Y COLGADURAS..
Un repostero es un
paño generalmente cuadrado similar al tapiz, que tiene plasmados emblemas heráldicos de apellidos o casas nobiliarias, aunque también se
da en forma rectangular o portando otros motivos heráldicos.
Inicialmente se
aplicaron para cubrir las acémilas que transportaban el ajuar del señor feudal,
cuando se dirigía a la guerra o se trasladaba
de una mansión otra, pues el castellano de pro, en la época medieval,
había que tener cuanto menos tres moradas.
Al llegar a ellas, los
reposteros se colgaban en los muros a modo de tapices, en recuerdo de hazañas;
también en la tienda de campaña.
Su característica
principal es que llevan decoración heráldica, la perteneciente al príncipe o señor,
y que se bordan con la técnica del sobrepuesto.
La función de los reposteros no
llega a equipararse a la de los tapices;
mientras que éstos fueron objeto decorativo de iglesias y mansiones señoriales,
los reposteros, fueron objeto decorativo de los castillos, palacios, casas
solariegas y burguesas, de aquellos que
ascendieron al rango de nobles.
El tapiz cubría paredes,
separaba estancias, de las cámaras y
salas, y el repostero tenía una función decorativa y emblemática: se colgaba en
una pared frontera, visible, de la sala principal, en la cámara de ingreso, en
los balcones en los días importantes, para actos religiosos como procesiones (
como los reposteros que se elaborarán para el Corpus de Lagartera), llegada de
jerarquías…. Etc….
También presidías
las plataformas o gradas de los que presentaban torneos, representaciones
teatrales, etc…
Están relacionados
con gualdrapas y arneses que llevaban los mismos escudos de armas porque unos y
otros tenían un mismo fin: Ser utilizados en la guerra o en los viajes.
En la actualidad es muy
utilizado por los ayuntamientos y otras
instituciones públicas, estando presente en salones de plenos y estancias de
importancia, y bordados con los correspondientes armoriales municipales o
institucionales. Además, se cuelgan de balcones y ventanas en fiestas y otras celebraciones.
Los reposteros surgieron a
partir del siglo
XII,
momento en que nace la Heráldica tal y como la conocemos en la actualidad.
Aunque originalmente estuvieron relacionados con las banderas, no tuvieron la
misma utilidad que éstas. Comenzaron a utilizarse con mayor frecuencia a partir
del siglo XIV, cuando las
familias nobiliarias lo usaron como ostentación del linaje familiar.
Formaba parte de la decoración
de antecámaras y otras estancias de importancia de castillos y palacios, y además en tiendas de campaña bélicas, carruajes y caballerías de víveres y pertrechos. Además de los aspectos de identificación y ostentación, el repostero
también tuvo la finalidad de aislar las habitaciones del frío, del mismo modo
que el tapiz, siendo una alternativa más económica que aquellos.
Algunos vestigios de los
primeros reposteros se localizan en la catedral de San Vicente de Roda de Isábena (Huesca).
Posteriormente esta pieza hispana y su ejecución se fue extendiendo por otros
países y continentes, aunque conservando su carácter español.
En la actualidad el
repostero está recogido en el protocolo oficial, que ubica esta pieza en el exterior de edificios institucionales.
Su dimensión es mayoritariamente cuadrada,
aunque también puede disponerse en rectángulo, y su material es terciopelo u otros tejidos
nobles. Puede ser confeccionado de tres maneras diferentes: tejido manualmente
sobre bastidor, de la misma manera que el tapiz; bordando el escudo sobre un
paño general o aplicando sobre este paño trozos de otros, siendo esta última
manera la más habitual, denominada opus consultum o bordado de aplicación.
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